La lluvia también tiene su encanto y es que después de este verano tan seco, se hacía esperar con muchas ansias.
Todavía la gente se ríe por lo de llevar paraguas al monte, pero la sensación que transmite cuando te ves refugiado en él, sin viento y ves cómo todo lo demás se moja, es difícil de describir.
Se respira alegría también en los animales y las plantas del lugar, que parecen haber esperado atentamente estas lluvias: sarrios, ovejas, marmotas, setas... ahí están todos, aparentemente despreocupados por buscar cobijo.
Un buen lugar para experimentarlo es el ibón de Catieras, dónde a penas encontraremos refugio, a excepción de la cabaña de Yenefrito y sus vivacs.
Bonita excursión en un lugar salvaje y lejos de la muchedumbre.
Atravesando el barranco de Laulot. |
Luces sobre el Dedo de Yenefrito. |
Sarrio |
Hasta los duendes usan paraguas. |
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